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La ira.

¿Qué es? ¿Qué significa?

Muchas veces la percibimos como el resultado de ver invadidos nuestros límites.

Y en cierto sentido, la ira es esa emoción que nos ayuda a poner límites a los demás, a expresar aquello que nos molesta de otro, pero no para invadir sus límites, sino para defender nuestro propio espacio personal.

En cierto sentido, cuando caminamos el sendero del amor y la compasión, nos gustaría no tener límites, ser siempre abiertos, vulnerables, luminosos, comprensivos.

Pero cuando algo nos hace sentirnos heridos, no es fácil responder con amor, no es fácil escuchar esa esencia profunda que está dentro de nosotros, pues el cuerpo que nos permite movernos en esta vida se siente amenazado, y busca la defensa y la protección.

Sin embargo, esa situación adversa nos ayuda a ver que hay una parte de nosotros que no ha sido mirada con amor y compasión, pues ante todo, el primer ser que necesita nuestra compasión es nuestro propio yo.

Y no hay nada malo en reconocer nuestros límites, en decir: “eso ahora mismo no puedo tolerarlo, me hiere”, pues de esta forma le damos su lugar a nuestros niños heridos para expresarse y sanar con amor.

Sin embargo, a veces nos ayuda entender que ese límite es una ilusión, y que tal vez, cuando hayamos perdonado esa parte de nosotros que también en ocasiones realiza esa agresión que tanto nos ha dolido, entendamos que nunca hubo agresión, sino sólo el reflejo de una parte oscura de nosotros que aún no hemos abrazado. Y nuestros límites irán desapareciendo.

Yo también me enfado. Y mucho. La vida no siempre es fácil.

Y es así como fue diseñada por todos nosotros, para crear las máximas oportunidades de crecimiento y aprendizaje en el Amor.

Pero cuando me enfado, recuerdo que tengo varias opciones: puedo tragarme la ira, y sufrir un síntoma físico o en alguno de mis cuerpos sutiles. También puedo expresarla, de forma agresiva, atacando a otro, o de forma aparente, tan sólo gritando o gastando energía física, lo que me libera un poco y me hace consciente de que está ahí, pero sabiendo que eso en parte perpetúa el ciclo de la ira.

Y algunas veces, cuando siento que soy capaz, puedo observar mi ira. Simplemente observar. Sin juzgar. Ni a mí por tenerla, ni al otro por aparentemente crearla, pues sólo ha creado la oportunidad para que yo me vea reflejado.

Y esa, en mi experiencia, es una magia poderosa.

Pues la observación de cualquier emoción con el corazón tranquilo y abierto, permite que la emoción se vaya disolviendo, y se vuelva a convertir en Amor.

Y es posible que descubras como yo que cuando la ira se convierte en Amor, tu luz puede dar más luz en la Tierra.

Te deseo una semana maravillosa, llena de Amor, Plenitud y Sabiduría.

Un afectuoso saludo,

Manuel Requena

 

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Manuel Requena
Manuel Requena
Me considero un afinador del alma y un intérprete de sus mensajes, y me encanta ayudar a almas sensibles y amorosas a recuperar la claridad, la paz y el equilibrio interior en momentos de confusión, usando mi técnica ATS (Acción Transformadora desde el Síntoma). Si necesitas ayuda en tu camino, aquí me tienes.💕