Cada día es un reto.
Cuando amanece, amanece con el día una nueva oportunidad de ver el mundo con ojos de separación, o con ojos de amor.
Cuando vemos el mundo con ojos de separación, nos sentimos solos, a pesar de estar acompañados, y la vida nos parece un montón de sucesos sin sentido, a veces agradables, a veces desagradables, sobre los que no podemos hacer nada, pero que nos gustaría controlar.
Cuando vemos el mundo con ojos de amor, el silencio se vuelve lleno de presencia, de reverencia, de gratitud. Cada suceso es una oportunidad de amar, cada dolor una posibilidad para perdonar, cada caricia un regalo del cielo. Y sólo deseamos que el mundo siga siendo nuestro patio de juegos, y que la vida nos lleve por el mejor camino posible, para la mejor expresión de nuestro Ser.
Cada día que me levanto trato de dedicar un tiempo a estar en silencio, meditando, con la mente vacía, y con el corazón abierto.
En esos momentos, siento la presencia del amor en mí, y siento que es algo que todos compartimos, que puede ser fácil, si lo convertimos en algo importante para nosotros. Esa presencia para mí es Dios.
Qué difícil es a veces expresar con palabras aquello que uno siente. Qué difícil transmitir las ideas que a uno le han funcionado en su vida, para superar las dificultades, el dolor, la frustración, la soledad, la pérdida.
Pero con los años, me he dado cuenta de que todo se reduce a una cosa: CONFIAR.
Confiar en que todo está bien, y en que todo va a estar siempre bien.
Y así, todo se envuelve de amor, y cada momento es sagrado.
Te deseo una semana maravillosa, llena de Amor, Plenitud y Sabiduría.
Un afectuoso saludo,
Manuel Requena
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